¿Qué es la enfermedad de Parkinson?
La enfermedad de Parkinson o párkinson (PRK) es una enfermedad del sistema nervioso central, crónica y degenerativa, que afecta a una zona del cerebro llamada los ganglios basales, cuya función es actuar como sistema de ayuda en la producción y control de los movimientos, tanto voluntarios como involuntarios.
El párkinson se desarrolla de una manera insidiosa, lenta, generalmente entre los 55 y 60 años, aunque el límite inferior de edad para desarrollar la enfermedad es de 35 años. La evolución es progresiva, aunque variable. No es una patología mortal, pero todavía es incurable.
En una zona del cerebro llamada sustancia negra hay una serie de neuronas (células nerviosas) de un color más oscuro que el resto, cuya función es producir y secretar una sustancia muy importante para ese control de los movimientos: la dopamina.
En la "puerta de entrada" a estos ganglios basales, que se denomina Núcleo Estriado (EST), se encuentran los receptores sobre los que actuará la dopamina. Cuando los receptores de la dopamina se han activado, se producen una serie de cambios bioquímicos que permiten la adecuada conexión con el resto de los componentes de los ganglios basales, regulando la actividad de los mismos. Esta compleja función sólo se lleva a cabo correctamente cuando hay un perfecto equilibrio entre todos los componentes implicados.
Cuando este proceso se desarrolla de manera apropiada, el individuo es capaz de mantener bajo control los movimientos voluntarios -es decir, los que "quiere hacer"-, pero también le permite mantener inhibidos los movimientos involuntarios -aquellos que "no desea" llevar a cabo-, y evitar así su aparición.
Síntomas del párkinson
Entre los síntomas del párkinson, se pueden destacar:
- Hipocinesia: debido a la disminución de la dopamina. Lentitud de movimientos voluntarios y automáticos. Falta de expresión de la cara. Escritura lenta y pequeña (micrografía). Torpeza a la hora de manipular objetos.
- Temblores: lentos y rítmicos. Predominan en estado de reposo y disminuyen al realizar un movimiento voluntario. Es un síntoma que no necesariamente los presentan todos los pacientes de párkinson, aunque su presencia es muy importante, ya que el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson es muy difícil cuando no hay temblor.
- Rigidez muscular: resistencia a mover las extremidades, hipertonía muscular. Se conoce como rigidez en 'rueda dentada' porque, aunque el miembro presenta resistencia a ser movido, a partir de un punto la resistencia desaparece y el movimiento es fácil. Se debe a que la falta de dopamina permite la acción exagerada de otra sustancia contraria a esta, la acetilcolina, que estimula los músculos y supone una dificultad en los movimientos.
- Anomalías de la postura: inclinación del tronco y la cabeza hacia delante. Codos y rodillas están como encogidos.
- Anomalías al andar: la marcha es lenta, con tendencia a arrastrar los pies, y se alterna con pasos rápidos y cortos (festinación) con dificultad para parar. El paciente de párkinson sufre episodios de bloqueo en los que los pies parecen estar pegados al suelo, como si estuvieran congelados o imantados.
- Trastorno del equilibrio: reflejos alterados, fáciles caídas.
Otros síntomas de la enfermedad de Parkinson que no afectan al movimiento
Si bien es cierto que los síntomas y signos relacionados con el movimiento, la postura y el equilibrio son los más frecuentes y fáciles de identificar, no son los únicos que puede desarrollar una persona diagnosticada de enfermedad de Parkinson:
- Depresión y ansiedad: muchos pacientes diagnosticados de párkinson pueden desarrollar depresión o ansiedad, así como bruscos cambios de humor.
- Alteraciones cognitivas: pérdida de memoria, confusión, dificultad para concentrarse.
- Disminución de algunos sentidos, como el olfato.
- Dolor sordo y malestar en las extremidades.
- Trastornos del sueño: somnolencia diurna y siestas frecuentes. La rigidez y la hipocinesia pueden dificultar el sueño nocturno, sobre todo a la hora de levantarse de la cama, girarse o cambiar de postura.
- Fatiga.
- Problemas gastrointestinales.
Muchos de estos trastornos se deben a que la degeneración de la función de los ganglios basales puede acabar afectando a las estructuras situadas cerca del cerebro.
Una de estas estructuras es el tronco encefálico, donde se encuentra el tálamo, que regula funciones importantes como algunos de los sentidos y las sensaciones nerviosas que llegan al cerebro (al tálamo se lo conoce como la puerta de la consciencia). Otras estructuras que regulan el olfato, los movimientos de la respiración, las funciones del corazón o los vasos sanguíneos también pueden verse afectadas: el bulbo y la protuberancia.
Tratamiento del párkinson
El tratamiento para el párkinson pretende abordar uno o varios frentes terapéuticos, con el objetivo de elevar los niveles de dopamina en el núcleo estriado de los ganglios, ya sea aportando la dopamina que falta, mediante la administración de sustancias que activan los receptores de dopamina (pero que no son dopamina), o retrasando al máximo la degradación de la poca dopamina que quede en la zona.
La terapia para el párkinson no cura la enfermedad (recordemos que es degenerativa), pero está comprobado que la calidad de vida de los pacientes mejora sensiblemente cuando se adhieren al tratamiento y lo siguen regularmente. No obstante, aproximadamente un 5-10% de los enfermos no responderán de manera efectiva al tratamiento. Además, no todos los tratamientos son adecuados para todos los tipos de párkinson. El médico decidirá el tratamiento más efectivo en función de la forma de párkinson que haya sido diagnosticado.
Medicación para tratar el párkinson
Casi todos los medicamentos empleados en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson presentan efectos secundarios. En general, el tratamiento lo instaura un especialista y no suele iniciarse hasta que los síntomas afectan de manera significativa las labores de la vida diaria. A continuación, se detallan los principales fármacos que se utilizan para contrarrestar los efectos del párkinson.
Tratamientos
A día de hoy la enfermedad de Parkinson carece de tratamiento curativo, por lo tanto en la actualidad los objetivos del tratamiento son eminentemente sintomáticos. Al iniciar el tratamiento debemos considerar al usuario y conseguir los siguientesobjetivos:
- Disminuir y evitar el aumento en la velocidad deprogresión de la enfermedad.
- Ofrecer el mejor tratamiento sintomático disponible, considerando la necesidad de reducir el riesgo de complicaciones motoras valorando los requerimientos funcionales del paciente.
- Minimizar los efectos adversos derivados del uso de la medicación.
- Estimular el empleo de medidas no farmacológicas que ayuden en el control de los síntomas como por ejemplo la actividad física regular.
- Educar sobre los aspectos relevantes de la enfermedad.
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